miércoles, 11 de junio de 2008

Guía de aprendizaje: Clasificación de narradores

Internado Nacional Barros Arana
Dpto. de Lengua Castellana y Comunicación
Profesora Marcia Clavelle M.



CLASIFICACIÓN DE NARRADORES


1. NARRADORES FUERA DEL MUNDO NARRADO
(narradores en tercera persona)

· Narrador omnisciente: Conoce, domina e interpreta todo lo que acontece. Entrega diversos tipos de información: ideas y emociones de los personajes o también de él mismo; hace comentarios respecto al comportamiento de sus personajes, y domina su presente su pasado y su futuro.

· Narrador de conocimiento relativo: Domina el plano visible de los acontecimientos, por lo tanto, sólo puede describir las conductas físicas de los personajes. El relato está presentado desde su punto de vista, pero no emite juicios, ni interviene directamente en la acción.


2. NARRADORES DENTRO DEL MUNDO NARRADO
(narradores en primera persona)

· Narrador protagonista: Corresponde a un personaje perteneciente a la obra narrativa que relata su propia historia o parte de ella. No posee conocimiento, respecto a lo que piensan, sienten, o viven el resto de los personajes.

· Narrador testigo: Corresponde a un personaje, que sin ser el protagonista, está de alguna manera vinculado en el accionar de los personajes. Él cuenta la historia que presencia; por lo tanto lo hace desde su propio punto de vista.



NARRADOR OMNISCIENTE



Decisiones

La ex señorita no ha decidido que hacer...
En su clase de geografía la maestra habla de Turquía, mientras que la susodicha solo piensa en su desdicha y en dilema, ¡hay que problema!
En casa el novio ensaya que va a decir, seguro que se va a morir cuando los padres se enteren, y aunque él salir huyendo prefiere, no llega a esa decisión, porque esperar es mejor a ver sí la regla viene...
El señor de la casa de alquiler, a pesar de que ya tiene mujer (ta’ casao’ creo), a decidido tener una aventura (a lo casanova). Y le a propuesto a una vecina que es casada de la manera más vulgar y descarada, que cuando su marido al trabajo se halla ido, lo llame para él ser su enamorado. La señora que no es boba se lo cuenta a su marido, y el tipo decide
¿cómo no? invitar al atrevido. Y ella lo cita cual lo acordado (lo llama por teléfono), y el vecino sale todo perfumado, con ropa limpia que su esposa le ha planchado, y trae una flor que se encontró en el tendedero(donde cuelgan la ropa). En casa de la vecina está el marido, indeciso sobre donde darle primero, con un bate de béisbol del extranjero (de esos que dicen Roberto Clemente), y suena el timbre (rin, rin), comienza la segunda del noveno...
El borracho está convencido, que a él, el alcohol no le afecta los sentidos. Que por el contrario sus reflejos son mucho, mucho más claros y tiene más control. Por eso hunde el pie en el acelerador, sube el volumen de la radio para sentirse mejor, y cuando la luz cambia a amarilla, las ruedas del carro chillan y el tipo se cree un James Boon. Decide la luz del semáforo comerse y no ve el camión aparecerse en la oscuridad. (Pido choque la pregunta pa’ la eternidad) ¡persígnate amen!.

Ruben Blades
En Ruben Blades Live y son Del Solar




NARRADOR CONOCIMIENTO RELATIVO



Parabienes al revés

Una carreta enflora, se detiene en la capilla; el cura salió a la entrá’ diciendo que maravilla. A las once del reloj entran los novios del brazo, se les llenaron de arroz el sombrero y los zapatos. Cuando estaban de rodillas, en el oído, el sacristán le tocó la campanilla, al novio: talan, talan.
El cura le dijo adiós a la familia completa, después que un perro ladro el mismo cerró la puerta. En la carreta enflora ya se marcha la familia, al doblar una quebrá’ se perdió la comitiva...

Violeta Parra
En El Folklore y la Pasión


NARRADOR PROTAGONISTA


La Madre del Cordero
(fragmento)

Nos criamos desde chicos juntos en el mirador; mi padre peón antiguo, el suyo administrador. Claro que cuando uno es chico no entiende la diferencia; que lindo haber sido dueño de tan tremenda inocencia. El fundo, jugando, entero lo habíamos recorrido; yo le ganaba casi siempre por que era algo más crecido. Ella me juntaba flores yo le tiraba las trenzas, y así se nos pasó el tiempo casi sin darnos ni cuenta. A mí me toco salir al campo a pelar el ajo, ya no era tan cabro chico taba bueno pa’l trabajo; claro que todas las tardes salíamos a pasear, y nos mirábamos mucho sin hallar que conversar... Yo me ensayaba todito el día, de lo que le iba a pedir, pero cuando estaba cerca no encontraba que decir, no sé lo que me pasaba, cuando la tenía a mi lado, se me anudaba el cogote y ahí me quedaba
pega’o. Un día me dijo ella que se iba a ir de la ascienda, la mandaban a estudiar a las monjas, creo, pa’ que aprienda a coser, a tejer, a leer. Había dicho don Guille: -Los libros son cosa buena y hay que saber lo que dicen.
A mi me dentro una pena cuando me dijo que se iba, que saqué fuerza de adentro y le dije que la quería. Ella no contesto na’, se puso coloradita, yo que le robo un beso de su mesmita boquita. Pasó el tiempo, un par de años, y nunca me olvide de ella, por las noches la veía, mirándome de una estrella. Ella también me quería, yo estaba seguro de eso, me lo había dicho el gusto sabrosito de su beso.
El hombre, me dije, ¡cuando es bien hombre! ha de saber lo que pasa, me agencie su dirección, con una emplea’ de las casas. Francisco me hizo la carta, y aunque no tuve respuesta, no me eché a morir por eso, lo que es gueno siempre cuesta.
Un paso después, el fundo amaneció trastorna’o, la viejas de la casona, oiga, corrían pa’ la’o y la’o. Se voltearon dos vaquillas, las chuicas como dentraban, se raspaban las tortillas y las empanas chirriaban... se acomodaron las mesas, el lugar pa’ las cantoras, se adornó todo con copihues y con hojas de totora. A mi no me dio alegría ¡me dio todo junto al tiro! ¡la niña Rosa volvía, de nuevo pa’l la’o mío!. Después me quiso dar miedo, pensé hasta en no merecerla... ¡pero mande el miedo al diablo y me cacharpeé pa’ verla!
Ahí venía mi niña, más linda que el mismo cielo, con su misma boca roja, ¡esa donde puse mi beso! ¡Venía con un vestido, que encandilaba los ojos! tomá’ del brazo de Don Guille, que no cabía de gozo... Pasamos a la comida, se destaparon los chuicos, ¡el vino como corría, cosa era que daba gusto!. Después, le entramos al baile, se afinaron las vihuelas, y se calentaba el adre con el tañer de las cuecas... no pude hablar con mi niña, estuvo muy ocupaasa, hablando con las visitas y otra gente importantaza...
Días después, una tarde, estando yo en el corral, pensaba ya en olvidarla cuando me siento llamar: -¡Benancio!- me dicen -Beno..., y me la que’o mirando... ¡ahí estaba mi niña linda de pura dicha llorando.!
Nos abrazamos bien fuerte: -¿usted me había olvida’o?
-¡Jamás! -le digo y la beso- como nunca había besa’o.

Tito Fernández
En Tito Fernández en el Olympia de París




NARRADOR TESTIGO


Pedro Navaja

Por la esquina del viejo barrio los vi pasar, con el tumba’o que tienen los guapos al caminar. Las manos siempre en los bolsillo de su gabán, pa’ que no sepan en cual de ellas lleva el puñal, usa un sombrero de ala ancha de medio la’o y zapatillas por sí hay problemas salir vola’o, lentes oscuros pa’ que no sepan que está mirando y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando. Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer, va recorriendo la acera entera por quinta vez, y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar que el día esta flojo y no hay clientes pa’ trabajar. Un carro pasa bien despacito por
la avenida, no tiene marcas pero todos saben que es policía. Pedro Navaja, las manos siempre dentro del gabán, mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar. Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina, no se ve un alma está desierta toda la avenida. Cuando de pronto esa mujer sale del zaguán, y Pedro Navaja aprieta un puño dentro del gabán. Mira pa’ un lado, mira pal’ otro y no ve a nadie, y a la carrera, pero sin ruido cruza la calle. Y mientras tanto en la otra acera va la mujer, refunfuñando pues no hizo pesos con que comer. Mientras camina, del viejo abrigo, saca un revolver, esa mujer, y va a guardarlo en su cartera pa’ que no estorbe, un 38, es mitad hueso, del especial, que carga encima pa’ que la libre de todo mal. Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa’ encima, el diente de oro iba alumbrando toda la avenida. Mientras reía, el puñal y un día sin compasión, cuando de pronto sonó un disparo como un cañón. Y Pedro Navaja cayo en la acera mientras veía a la mujer que revolver en mano y de muerte herida ahí le decía: -yo que pensaba, ¡hoy no es mi día estoy salá!, pero Pedro Navaja, fíjate tu, ¡no estas en na’!
Y créame gente, que aunque hubo ruido nadie salió, no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró, sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezó, cogió el revolver, puñal, dos pesos y se largo, y tropezando se fue cantando desafina’o: - La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... la vida te da sorpresas, métete eso en la cabeza...

Ruben Blades
En Ruben Bades Live y Son del Solar

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